Sinvergüenza

Sabiduría simple de los dichos mexicanos.

Decía mi abuela: vergüenza es robar y que te pesquen.

En esas siete palabras hay tanto; primero, reconocer que el robo es algo malo, segundo, que uno es capaz de cometer un hecho deleznable, tercero: que se asume que, si ese hecho permanece ignoto, el autor puede estar tranquilo ante la sociedad pero que, si es descubierto, se verá apenado, humillado.

Pues bien, esa consciencia de haber actos nubles y actos viles, es indispensable para el tejido social, en ese contexto, se llama ETICA, que coincide con MORAL, diferenciándosela solo en la exterioridad de la manifestación, pero idéntica en su contenido.

Un comportamiento ético exige por ende, primero que todo el reconocer qué hay cosas intrínsecamente buenas y otras intrínsecamente malas y, en teoría, los abogados y, especialmente los jueces deben ser los garantes de ese patrimonio ético de la sociedad.

La RAE define lo siguiente:

“… sinvergüenza. ‘Inmoral o descarado’. Este adjetivo, que puede usarse también como sustantivo, se escribe siempre en una palabra: «¡Qué sinvergüenza eres, Manolito!» (Suárez Dios [Esp. 1987]); «Josefina Viveros se había portado toda la vida como una sinvergüenza» (Donoso Elefantes [Chile 1995]). No debe confundirse con la secuencia formada por la preposición sin seguida del sustantivo vergüenza, que significa ‘sin pudor’: «Recuperaban el deseo silvestre, sin ningún sentimiento de culpa, sin vergüenza alguna» (Pozo Novia [Esp. 1995])...”

Supongamos ahora que cierta persona ha actuado de manera ser leal, incluso ilegal, y que esa persona además, ocupa un cargo relevante en el gobierno y que aspira a otro cargo superior de incluso más responsabilidad moral y que, durante ese proceso, se descubre sin lugar a dudas que el presupuesto fundamental de su profesión y por ende su carrera profesional fue obtenido mañosamente, plagiando, por ejemplo, una tesis profesional.

Es de esperarse que dicha persona, para salvar o al menos aparentar que tiene algo de dignidad, Elva voluntariamente el ostracismo sin necesidad que le sea demandado porque permanecer a la vista pública en un cargo inmerecido sería como llevar una letra escarlata en el cuello, una P, así como las adúlteras llevaban una A que las delataba, los plagiarios llevan una P, invisible pero imborrable. En contraste, la ministra Yasmín Esquivel al parecer ha declarado que no tiene nada de que avergonzarse por el plagio de la tesis que le permite ostentarse como abogado, si esas declaraciones son ciertas, lo que no me cobra, podríamos llegar a pensar que es una sinvergüenza, pues es su propia boca la que lo dice.

Eso sin agraviar a otros sin vergüenzas que pululan.